domingo, 15 de julio de 2007

tHE cRITIC




ABARAJAME LA SILICONA│♥#+7♣+


sobre la negación de lo plástico






Cuando las inclemencia del tiempo y las inclemencias de las palomas se yerguen sobre un techo de acrílico de un local de ropa alguien se pregunta si eligió nacer con dos manos para limpiarlo todo, pienso(mas tarde existo), mientras ingreso al dicho local y el pibe que ya limpio todo el techo ahora se va a limpiar unos maniquies de pelo azul que respiran detrás de la vidriera donde esta pegado un cartel que dice 789% off , y entonces entra una señora con una delantera mas goleadora que la del Barçelona y uno que ha visto todos lo programa de chimentos de la tarde se da cuenta de que son de plástico mientras la señora o pendevieja exige una bikini para su cuerpo de color celeste, y es cuando veo a una remera que me gusta aunque no se si tanto como la delantera del Barçelona y meto la mano en un bolsillo y saco una telaraña, meto la mano en el otro (otro, no orto) y saco mi billetera momificada y pienso en el color de la malla de la señora y pienso también que el que quiere celeste, que le cueste, o que se acueste con un pitufo (o era pituto, señor Carrascosa) y el que quiere verdes con la cara de San Martín o Benjamín Franklin que trabaje o que se acueste con el increíble Hulk.Y seguimos, yo, juntando moneditas y la señora mayor de 40, renovando su guardarropas y su ropa interior y diciéndole a la vendedora que si no tiene un talle un poco mas grande de un vestidito gris que se prueba porque su escote pide mas centímetros y su pecho pide un respirador artificial, y la vendedora experimentada (¿Sera porque tiene el pelo corto, usa anteojos y viste una falda hasta las rodillas?) le dice que si, que por sus exagerados pechos es medio imposible que sobreviva con ese vestido puesto y de paso le pregunta si son naturales y la señora a punto de morir asfixiada por un vestido mas apretado que un chaleco de fuerza le dice que si, que las heredo de su madre y cuando oigo eso sospecho que heredo primero la plata de su madre y después le dio orden de uso y abuso al cirujano plástico para que hiciera su trabajo en el consultorio de la calle Suipacha al 950, mientras voy hasta la caja para abonar un par de medias grises que fue lo único que pude comprar y alcanzo a ver al pibe que limpia, mientras rocía un liquido a los pechos de un maniqui y alcanzo a entender la analogía de esa mujer que se asfixia con un vestidito gris y la de aquel maniqui, que no respira, pero agradece la mano amiga.