martes, 11 de diciembre de 2007

24 RPM//

24 RPM: Veinticuatro revoluciones por minuto y me doy cuenta que no es así o que me quede en el tiempo... en ese tiempo en que me quede sin fe, en ese tiempo en que mate al Dios de mi madre, al Dios de mi padre, al Dios de mi hna., al Dios de la iglesia católica y al Dios de las otras creencias que no me llenaban los espacios vacíos; me quede en ese tiempo en que deje de crecer numericamente para crecer ¿capilarmente? porque como persona creo ser la misma de hace mas de siete años atrás, pero con mas cabello y con menos idiotez en mis comentarios, pero con + ironía y con màs ácido de los normal en la sangre, que es donde se lleva el humor, y también los glóbulos rojos y los blancos y los genes que olvido que son heredados de mi madre y de mi padre, pero me doy cuenta de que soy un asco como hijo, un boludo en potencia multiplicado por mi odio a este desierto que vio a mi madre cuando iba en ambulancia hacia ese hospital un 6 de diciembre de 1983 a medianoche y que ocho horas después parió un pedazo de su cuerpo y como dice el poema "Todo lo que no es útero, es intemperie" y así estoy en la pampa y en la vía, entre Gral. Soler y Adán Quiroga, frente a la bodega de Cinzano que tanta referencia hago con ella con solo nombrarla, con este orgullo de vivir en la Capital, con esta tristeza de sentirme tan solo, con esta preocupación de saber que soy de los pocos que escrutan el cielo todas las noches en busca de respuestas o en busca de señales, o en busca de ese maldito satélite que pasa hacia el sur de la vista los domingos después de las 23:30 y que creo haber confundido con un platillo volador un domingo de abril de 2004...


El vació, es un buen compañero.


Mirar el cielo de noche no es buscar una compañía insistentemente, es darse cuenta de que uno esta màs solo que mexicano cruzando la frontera y se siente inseguro, porque el coyote esta hambriento, y el fusil del guardia de la frontera espera, y espera, y espera, y yo sigo esperando aun, por ese espacio vació que llenara mis vacíos y que me dejara vació en cada instante de felicidad, porque me entrego todo y me descuido y me entrego todo y me descuido a cambio de un par de monedas que solo en momentos de soledad gasto conmigo mismo.


fin!
Eu


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