DIME QUE CONTAMINAS Y TE DIRE COMO ERES
Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas y me doy cuenta de que es así, de que estuve sentado en una banco del parque lleno de chicles dobles, mientras mi amigo el poeta de pura cepa cuyana se queda con la boca abierta “al contemplar en este cálido domingo que el parque esta lleno de residuos que me hieren visualmente hasta el alma” y digo muy buenas palabras y girando mi cuello 360º grados observo que el verde se a transformado en blanco por la cantidad de bolsas de residuos desparramadas por el pasto y que lo único verde que queda son tres o cuatro litros de residuos radiactivos que dejaron unos turistas rusos mientras les crece un signo de interrogación sobre sus cráneos al no encontrar un papelero que satisfaga sus necesidades de arrojar los restos de un sándwich de plutonio. Y seguimos, yo, tratando de calcular cuantos años tardaran en descomponerse dos botellas de plástico de gaseosa Popsi que flotan en el lago artificial, el poeta, tratando de calcular cuanto tiempo tardara el sanjuanino promedio en aprender a no arrojar residuos en la vía publica, y los rusos, buscando en una guía telefónica el numero de grimpis, “Porque en Moscú esto no sucedía ni en la época del Kremlin”. Todo esto sucede mientras un pato se muere, unos pibes sub-17 arrojan un taper vacío a una fuente, una ballena de extingue después de comerse un sifón de soda en el Rió de la Plata y unas 4000 mil personas (o menos) arrojan un envoltorio de caramelo en el parque. Entonces, asqueado por la situación imperante en el ¿pulmón verde? de la ciudad me voy a mi casa y una vez en ella prendo el televisor y me pregunto por el Capitán Planeta, ese tipo verde que le hacia el aguante a la ecología y a las especies en extinción y es ahí cuando una placa roja del canal mas amarillista informa que el Capitán Planeta a muerto al caer a las aguas gélidas y contaminadas del lago del parque.
